Romero Hoja

El secreto está en la moderación y el método. Primero, empieza con menos de lo que crees que necesitas; siempre puedes añadir más. Segundo, en cocciones largas como guisos o asados, añádelo al principio para que su sabor se integre y suavice. Tercero, el romero libera sus aceites esenciales con la grasa y el calor, así que infusionarlo en el aceite de cocina o frotarlo sobre la carne antes de asar ayuda a distribuir su sabor de manera más uniforme y equilibrada.

Ambos son maravillosos, pero tienen roles distintos. El romero seco, como el nuestro, tiene un sabor más concentrado, amaderado y resinoso. Es ideal para platos de cocción prolongada (asados, estofados, panes) donde su robusto sabor puede infundirse lentamente. El romero fresco es más herbáceo, brillante y ligeramente menos intenso. Es perfecto para platos rápidos, para añadir al final de la cocción, en marinadas cortas o como guarnición aromática.

¡Sí, por supuesto! Una infusión de romero es un remedio tradicional mediterráneo muy apreciado. Simplemente añade media cucharadita de nuestras hojas de romero a una taza de agua caliente, déjala reposar durante 5-7 minutos y cuélala. Obtendrás una bebida aromática y vigorizante, tradicionalmente utilizada para favorecer la digestión y la concentración. Es una forma fantástica de disfrutar de sus beneficios más allá de la cocina.

Es una combinación magistral que se explica por la química de sus sabores. El cordero tiene un sabor intenso y una grasa muy característica. Los potentes aceites esenciales del romero, con sus notas a pino y alcanfor, tienen la capacidad única de "cortar" esa riqueza y equilibrar la grasa en el paladar. Más que enmascarar, complementa y limpia la boca, haciendo que cada bocado sea tan delicioso como el primero

Nos centramos en la "hoja" (la aguja del romero) por una razón de máxima calidad. En la hoja es donde se concentra la mayor cantidad de aceites esenciales y, por tanto, de aroma y sabor. Al evitar los tallos leñosos, garantizamos un sabor más puro y menos amargo. Comparado con el romero en polvo, la hoja entera protege estos aceites mucho mejor. El aroma se libera en tu cocina al calentarse o machacarse, no en el bote, garantizando una frescura y una potencia que el polvo ya ha perdido.